Un paso de cebra virtual que se adapta a los peatones.
La señalética urbana no es ajena a los avances en inteligencia artificial.
El conocido paso de cebra va camino de cumplir setenta años. Lo
inventó un inglés, George Charlesworth, que con el tiempo recibiría
el apodo del Dr. Cebra por una invención que ha salvado innumerables
vidas a lo largo de todos estos años. Sin embargo, las necesidades de la
vida urbana moderna reclaman alternativas a las rayas de
pintura blanca. Ahí es donde entra el nuevo paso de cebra inteligente
que otros ingleses, esta vez una empresa llamada Umbrellium
ha desarrollado con las últimas tecnologías de inteligencia artificial y
machine learning. Con el tortuoso acrónimo de Starling (STigmergic Adaptive Responsive LearnING
Crossing o Paso de Aprendizaje Estigmérgico Adaptativo y Reactivo),
este nuevo paso de cebra cambia de tamaño, diseño y colores dependiendo
del entorno. El primer prototipo ya está instalado de forma provisional
en el sur de Londres.
¿Pero en qué se diferencia exactamente de los sistemas tradicionales?
Donde antes había pintura ahora hay una trama de LEDs conectada a un
sistema de procesamiento de datos alimentado por dos cámaras.
Así, este paso de cebra inteligente sabe en todo momento cuántos
peatones y vehículos hay en las inmediaciones y se adapta a sus
necesidades. Supongamos que en cierto momento del día el número de
peatones aumenta sensiblemente. En tal caso, el paso de cebra se
ensanchará para permitir a más personas cruzar con seguridad. O, por
ejemplo, pensemos en esas situaciones en las que, por la disposición de
la calle, las bocas de metro o una determinada confluencia de personas,
los peatones tienden a cruzar en diagonal por la calle. Entonces el
paso de cebra hará lo propio y adoptará una configuración en diagonal.
Este es el principio de la estigmergia, es decir, la forma en que
ciertas colonias de seres vivos –las hormigas o las termitas– dejan un
rastro de feromonas, huellas o indicios que ayudan a guiar a sus
congéneres por una ruta específica. Una vez que cumple su cometido, los
LEDs se apagan y el paso de cebra desaparece sin dejar rastro hasta la
próxima vez.
Pero el paso de cebra Starling no se limita a regular simplemente los
flujos masivos de personas. Así, por ejemplo, si algún despistado cruza
la calle mirando el móvil y se aleja de la zona marcada del paso de
cebra, los LEDs iluminarán su posición automáticamente para lanzar una
señal de advertencia a los vehículos que se acerquen. Lo mismo sucederá
si un niño cruza inesperadamente la calle corriendo: el paso de cebra
delimitará una zona a su alrededor en apenas una centésima de segundo.
Por último, también es capaz de calcular los posibles puntos ciegos de
un ciclista o un conductor y avisarles de la presencia de un peatón por
medio de señales luminosas específicas. El sistema de aprendizaje de
máquina aprende a clasificar los objetos de cada situación −ya se trate
de un ciclista, un vehículo o un peatón− y, con el paso del tiempo, es
capaz de predecir su trayectoria. Además, acaba por determinar la ruta
más segura para fijar el paso de cebra.
La tecnología fundamental del Starling se basa en dos cámaras, la
unidad de procesamiento neural, una subestructura de acero para sujetar
los paneles LED ultrabrillantes y la cabletería, y una capa de
protección de plástico resistente para proteger todo el sistema del peso
de los vehículos. Además, la superficie está diseñada para evitar
resbalones en caso de lluvia, un problema que afecta especialmente a los
motociclistas. El prototipo actual ocupa 22 metros cuadrados para
lograr nuevas cotas de seguridad ciudadana. Ya solo falta que, además,
apartemos la mirada del móvil de vez en cuando mientras caminamos por la
calle para terminar de reducir la tasa de atropellos.
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